Este mes he tenido la oportunidad de trabajar con un escritor galés best seller gracias a la mediación de su traductora. El libro no solo tenía el aval de las buenas críticas británicas, sino también una serie de elementos de calidad que hacían imposible rechazar esta oportunidad. He diseccionado la novela en otros medios online, presentándola (aquí) o incluso relacionándola con casos recientes acontecidos en nuestro país: los juicios por los abusos sexuales del colegio de los Maristas (aquí). Pero ahora llega el momento de sentarme en el sillón de mi propia casa y contaros qué me ha parecido esta novela. ¿Merece la pena seguir dándola a conocer en España?



El blanco es el color más frío es una novela dura acerca de los abusos sexuales a menores. De entrada, puede ser un tema que espante a muchos lectores por la anticipación de escenas sensibles. Yo misma estuve entre el grupo de lectores que consideraron seriamente si leer o no la obra, pero finalmente opté por mirar de frente a ciertas realidades.

¿Qué he encontrado en El blanco es el color más frío? La novela es un dispensador de emociones fuertes, pues a lo largo de las páginas el lector sentirá desagradables sentimientos de odio, frustración, impotencia, asco, rabia... Y habrá poco espacio para las escenas felices. Además, al ser un thriller, el ritmo es bastante rápido y cada escena te dejará sin aliento. Creo que para un escritor siempre es más difícil suscitar emociones desagradables que emociones agradables, pues lo negativo está muy relacionado con lo visceral y llegar hasta el fondo de las tripas con unas pocas palabras puede ser un arduo trabajo. John Nicholl llega a las entrañas y te las retuerce. 

Sin embargo, tal y como ya dicen alguna de las críticas que tenemos en lengua inglesa, es importante subrayar que el autor no ha regalado ni un solo detalle gratuito. Ha sido sutil, ya que el tema es complejo y sensible, y en ningún momento se ha recreado en escenas que podrían habernos hecho mucho más daño. Un gran mérito por parte del autor.

Para mí, lo más sobresaliente de la obra ha sido sin duda la coherencia interna de todo el contenido gracias a datos técnicos, fiables y contrastados. El autor fue oficial de policía y trabajó en los servicios sociales de protección a la infancia. Todo su bagaje le ha servido para escribir una obra en donde cada elemento es totalmente creíble: la investigación policial hacia una red de pederastia, los interrogatorios a menores, los interrogatorios a los sospechosos, el modus operandi de los pederastas, la mediación de los servicios sociales, el modo de pensar de los pervertidos sexuales... Y me paro justo aquí: en el modo de pensar. Si la parte externa (las investigaciones y los métodos de actuación) es impecable, la parte psicológica es una obra maestra. Cómo piensan los niños que han sufrido abusos... Qué sienten... Por qué no se atreven a contarlo... Qué se dicen a ellos mismos... Fascinante y escalofriante entrar en estas pequeñas mentes infantiles. Pero más escalofriante es aún entrar en la mente del depravado sexual. John Nicholl ha retratado el perfil psicológico de cada uno de sus personajes de forma magistral. Nos ha regalado una fotografía realista, sin censuras sobre lo que se cuece en la mente de los culpables y de las víctimas. Además, no solo se habla de abusos sexuales, sino que también hay espacio para maltratos físicos y psicológicos. El protagonista de la obra da para mucho. 

"Nos ha regalado una fotografía realista, sin censuras sobre lo que se cuece en la mente de los culpables y de las víctimas".

Así que, no podemos negar que el tema crea resistencia: vamos a leer una novela en donde un sádico pederasta es psiquiatra infantil y tiene a su merced a muchos niños indefensos. Este psiquiatra además tiene toda una red de pederastas montada y muchos, muchos contactos importantes que le cubren las espaldas. Pero tampoco podemos negar que si logramos vencer esa resistencia, la obra incluso se nos revelará instructiva

Y por último, comentaros que este es el tipo de libros en los que parece que nunca se atisba el final. No ves solución posible, como posiblemente no la tengan ninguno de los desagradables personajes que abusan de niños en lo ancho y largo de este mundo. Por tanto, el lector puede suponer que el final va a ser impactante y poco convencional. Llegando a las últimas páginas, yo ya sabía que el escritor tenía varias opciones para resolver la obra, unas más justas que otras. Pero dado que El blanco es el color más frío es un libro de emociones fuertes, el autor se ha decantado por un final de emociones fuertes. Puede o no gustar (porque a mí no me ha gustado mucho), pero está emparentado con el tono del resto de la obra. Así que no hay nada que reprocharle a John Nicholl al respecto.

Vuelvo a la pregunta del principio: ¿Merece la pena seguir dando a conocer esta novela en España? La respuesta es sí.

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