«Miramos, pero no vemos», se suele decir. Si ya nos cuesta observar los pequeños detalles que ocurren a nuestro alrededor, día tras día, como una sucesión de motivos ornamentales que nos acompañan siempre, imaginad lo que nos cuesta prestar atención a los detalles de, por ejemplo, composiciones pictóricas, como propone El jardín del Prado de Eduardo Barba. Cuando nos situamos ante un cuadro, solemos quedarnos con el todo y desechar sus partes, sin darnos cuenta de que estas cuentan también su propia historia. Es más, te animo a realizar un pequeño experimento. ¿Recuerdas qué planta aparecen en La Crucifixión de Juan de Flandes, un cuadro que encontramos en el Museo del Prado? Quizás quieras buscarlo, mirar la imagen y encontrar lo que te estoy preguntando. ¿Te habrías fijado en ello en un primer vistazo?

reseña del libro el jardín del prado de eduardo barba

UNA OBRA QUE NO ES SIN SU AUTOR.


El jardín del Prado es una obra de arte, aunque me he prometido no caer en obviedades durante este artículo. Diré, pues, que es un paseo junto a una compañía inmejorable. Y es que El jardín del Prado es una de esas obras que no sabes si conservaría su belleza sin la compañía del autor. A mí, toda ella me parece un reflejo de Eduardo Barba, convertido en flor y hoja, dentro de este literario jardín.

PINTURAS, PLANTAS Y ANÉCDOTAS PERSONALES.


El libro es un híbrido entre enciclopedia pictórica, glosario de plantas y diario personal. Personalmente, opino que hay un tratamiento adecuado de cada una de estas partes. Los cuadros, todos ellos seleccionados de la colección del Museo del Prado, aparecen a sangre y a todo color en cada uno de los capítulos para que nos deleitemos con su belleza mientras se ofrecen unas cuantas pinceladas sobre él. El verdadero interés lo ostentan, sin embargo, sus partes más íntimas: los pequeños o grandes elementos botánicos que acompañan la obra. Esas plantitas que aparecen a los pies de uno de los personajes del cuadro o los enormes árboles o las protagonistas flores que resaltan en mitad de una obra famosa. Descubrirlas es, también, descubrirnos también a nosotros mismos en ellas... Pues, ¿dónde estábamos cuando no veíamos al mirar?

Para que no os perdáis por el camino de rosas que supone este artículo, seré más técnica. La obra está dividida en cuarenta y cinco capítulos más un prólogo, un epílogo, bibliografía, índice de obras y un glosario de plantas. Cada capítulo comienza con una fotografía a todo color de un cuadro, más o menos conocido, de la colección del Museo del Prado. En él, podemos jugar ya a encontrar cuál será la planta protagonista de la historia. Si no somos muy duchos con la botánica, el título, inmediatamente, nos lo revela. Pues, el título de cada capítulo constituye el nombre de la planta a tratar, seguido por el del cuadro y el del autor o autores del mismo. Y, después, llega lo mejor: el relato cercano de Eduardo, jardinero, botánico paisajista, profesor en jardinería y mejor persona, que nos cuenta sus aventuras y su relación con dicho cuadro o planta, según se preste.

UN POEMA ESCRITO EN PROSA.


El jardín del Prado es bello por su exquisita maquetación y por los tesoros que guarda en su interior. Espasa ha hecho un trabajo impecable al respecto. Es  un libro sabio porque nos enseña a ver y nos cuenta anécdotas y curiosidades sobre el mundo natural y artístico. Pero, sobre todo, El jardín del Prado es un poema. Sí, he elegido esta etiqueta porque creo que la poesía, más que ningún otro género, es una construcción personal del individuo que la lee. Es una canción que diga lo que diga, al final, nos va a hablar solo a nosotros. Y, probablemente, El jardín del Prado, aunque de entrada pueda pretender parecer un análisis riguroso por cuadros y plantas, como una guía, es, realmente, una brújula, un acto generoso de un creador generoso que ha vertido toda su sensibilidad, pasión y amor por el arte y las plantas en un libro. Y, como toda buena poesía, ahora debemos encontrarnos en el texto a nosotros mismos. Puede que a ti te hable de datos, puede que a mí me hable de vida. 

UN PASEO AGRADABLE.


El jardín del Prado tiene un subtítulo que reza así: Un paseo botánico por las obras de los grandes maestros. Me quedo, sobre todo, con la palabra «paseo» que, si es grato y reconfortante, lo resume todo, incluso a mi sensiblero artículo.

Si quieres conocer más a Eduardo Barba, puedes leer la entrevista que le realizamos en el segundo número de nuestra revista literaria.