Madame Bovary de Gustave Flaubert es, para mí, un clásico detenido en el tiempo no solo porque habla de él sino porque el lector, también, es capaz de detenerlo por momentos gracias a esta lectura. La edición es de Vicens Vives y está acompañada de preciosas ilustraciones, actividades, anotaciones, apéndice cartográfico y análisis de la obra y la trayectoria del autor.

Madame Bovary Gustave Flaubert

Cuando leemos un clásico, hay que tener en cuenta que el autor escribe sobre todo para su generación y es víctima de su propio contexto social y literario (salvando algunos grandes escritores que han trascendido sus épocas). Por ello, el lenguaje, el estilo y el propio argumento a veces nos es extraño. Si te cuesta reseñar libros que te sacan de tu zona de confort, puedes leer mi artículo Cómo reseñar un libro raro. En cualquier caso, las ediciones como la de Vicens Vives nos ayudan a entender este contexto con sus anotaciones, aclaraciones y explicaciones varias.
Madame Bovary es una novela que habla sobre el tiempo y enfrenta el paso de la vida con el tedio de la existencia. Es el drama personificado en una mujer, quien lleva el hilo conductor de un tiempo inexistente, ya que en muchos momentos este parece no transcurrir en la novela. El ritmo es muy lento, pero es un recurso literario del propio autor para hacer hincapié en este parsimonioso devenir  de los acontecimientos en la vida de una mujer que no es feliz con ellos. 

La novela está llena de descripciones muy minuciosas y realistas, que nos introducen de lleno en los paisajes, ambientes, costumbres y cualidades de los personajes. Esto me ha sobrepasado en muchos momentos porque abusa de este recurso hasta la extenuación. Hace que el argumento se ralentice todavía más, pero en este caso no para pausar la existencia de Emma y hacernos partícipe de ello, sino para materializar absolutamente todos los detalles del momento. 

El argumento es pobre, sin grandes giros ni peripecias. Es un argumento que se deja llevar, arrastrado por el propio peso del tiempo. En él, sobre todo, nos centraremos en las emociones y sufrimientos de la gran protagonista. Al leer Madame Bovary te sumerges en efluvios, sentimientos, atmósferas... Leer esta novela es visitar durante un ratito los escenarios y ser espectadores pasivos que se embriagan con todos los elementos, pero sin grandes expectativas sobre la acción. Esto me ha desalentado también durante la lectura, pero he terminado cogiendo cariño a este "no esperar" nada.

Por último, hacer una reseña sobre este libro y no hablar de Emma, Madame Bovary, sería un sacrilegio. Ella representa el arquetipo que hemos visto en tantísimas novelas: mujer desalentada con la vida que busca una vía de escape en el adulterio. Sin embargo, ella no es un arquetipo cualquiera, sino que es el precedente. Emma, siempre tan triste por todas las cosas que se está perdiendo en el mundo, es para el mundo la primera y la única, el modelo que otras muchas seguirán en la literatura. Algunos la han llamado «El Quijote con faldas», porque todos los dolores de esta mujer provienen de sus grandilocuentes expectativas hacia el amor y la existencia, sacada directamente de las novelas que solía leer. Pero, ¿quién no ha caído en las suculentas garras de los sueños que crean las novelas en nuestra mente? ¿Quién no ha querido vivirlos? Este personaje es simplemente extraordinario. Al menos, para mí. ¿Por qué? Porque le he odiado y  le he amado todo el tiempo y, los personajes que consiguen tu odio y tu amor, son, sin duda, grandes personajes. Madame me parecía egoísta, caprichosa, sintomática. Pero a la vez, me parecía poderosa, soñadora, víctima de su propia sociedad. A su derecha, siempre su marido, el pobre hombre que representa todo el amor del mundo, pero que es incapaz de representar los deseos de esta mujer. A su izquierda, siempre sus amantes, hombres que se enamoraban y olvidaban de ella con el mismo grado de indiferencia.  

Este libro también parece un tratado médico, lo cual nos habla de los intereses del autor, de aunar ciencia con arte (un arte tan desgarrador como la propia realidad, pero tan dramático e impresionista como las propias obras grecolatinas). Muchos personajes van a encarnar tertulias científicas y la propia Madame Bovary va a representar las enfermedades nerviosas que se solían atribuir a las mujeres (por  «tener un sistema nervioso más débil»). En esto último, se ve también la injusticia de la época para caracterizar a la mujer y es que, sin duda, esta obra, como ya podéis suponer, es una crítica y a la vez un acto de rebeldía, lo cual tuvo duras reprimendas a la hora de editar y publicar este libro. Pero qué sería de nosotros, lectores, sin libros tan rebeldes como estos. Libros que levantaron el grito de indignación de muchas personas, pero también la liberación de otras muchas.

En resumen, Madame Bovary es una obra lenta porque habla de la lentitud de la propia existencia, sobre todo cuando esta nos atormenta. Te hace partícipe de este pesar, echando mano de todos los recursos literarios posibles para ello, desde múltiples perspectivas (aunque el narrador es totalmente neutro, va cambiando de personaje para relatar los hechos desde diferentes puntos) y con muchísimas descripciones. Al final, no solo tenemos una historia, sino todo un sentimiento.