reseña del libro El palacio de Petko de Lorenzo Silva y Noemí Trujillo

Hoy hablamos de El palacio de Petko de Lorenzo Silva y Noemí Trujillo, un libro de ciencia ficción-distópico juvenil, que nos plantea una sociedad futurista controlada por el Sistema KB, un sistema informático necesario para la población que ha sobrevivido a la crisis energética acaecida en el planeta. Como veis, no es un planteamiento tan descabellado, ¿verdad? Lorenzo Silva es ya un autor conocido por muchos y Noemí Trujillo, poeta y editora, es la segunda vez que se embarca con él en un proyecto a cuatro manos para público joven. HarperCollins lo ha editado en España, creando muchas expectativas en torno a este libro. Y ahora nos preguntamos, ¿las ha cumplido? 

Personalmente, me gustan mucho las distopías y la ciencia ficción (si queréis leer una ubicada en Reino Unido os aconsejo Héroes de Englandom de Erik Jacobs). Además, nunca antes había leído nada sobre Lorenzo Silva y es un autor que me han recomendado bastante. Por tanto, se han juntado los ‹‹bits›› y las realidades virtuales que promete este mundo, con las expectativas de descubrir a un buen escritor. 

El libro empieza realmente bien. Corre el año 2215 y la Tierra está hecha un estropicio, como es de suponer. La atmósfera es irrespirable y sólo gracias a la tecnología se ha conseguido crear una sociedad justa donde cada individuo es protegido y abastecido con todo lo que necesita. Los únicos seres vivos sobre el planeta son los humanos, habiendo muerto el resto de compañeros procedentes del mundo vegetal y animal. Con todas las necesidades básicas resueltas y con las facilidades necesarias para desarrollar una carrera profesional, los habitantes del mundo se dedican a realizar viajes virtuales simulados al pasado o al futuro a través de sus avatares. Pero ahora tres de ellos han desaparecido y, como también era de esperar, empezaremos a descubrir que no es oro todo lo que reluce.

Debo dar la enhorabuena por los elementos que han elegido para ambientar esta novela. Partimos de una sociedad aparentemente igualitaria, que nos recuerda un poco al modelo comunista, y a un modelo utópico que pronto desestimaremos dado el alto control tecnológico al que, por ende, se ven sometidos los habitantes de Petko. La tecnología excesiva y el control de las mentes convierten este libro en una distopía futurista. Todo él nos quiere hacer reflexionar sobre las consecuencias de nuestros actos y sobre el imperecedero deseo de poder. He visto en muchas ocasiones la mano poeta de Noemí reflejada sobre ciertos párrafos para apelar a la metacognición humana, al pensar sobre lo que pensamos, a la liberación de nuestras cadenas mentales. ‹‹Venceréis pero no convenceréis››, gritó Unamuno. En Petko también hay voces que se lo gritan a nuestros protagonistas.

Nuestros protagonistas son tres jóvenes que irán relatando su punto de vista en capítulos intercalados. Me gusta también la simbiosis que se ha creado entre ellos. Ahti-Anne acaba de ser nombrada Guardiana de Petko, el primer logro que consigue tras una desastrosa vida al cuidado de su madre esquizofrénica y el abandono de su padre. Cavey es programador del Sistema KB y sobrino-nieto del creador del mundo de Petko, por lo que es leal a él. Sylvia es lectora, un mal entre los habitantes de Petko. Además, es afín a la Resistencia y sufre un síndrome por el que desea fugarse continuamente de Petko, aunque sea a través del suicidio. Los autores han querido jugar con personajes muy dispares, supongo que con la intención de mostrarnos su evolución. Sus puntos de partida son magníficos, pero no así el desarrollo ni la trama que los va dirigiendo.



El argumento es bastante pobre, y como he leído en alguna que otra reseña, parece un borrador más que una novela terminada. Tiene todos los elementos para deleitar al lector, pero no se han hilado de manera adecuada. El romance es muy básico, la historia tiene demasiadas sorpresas a la vez y ocurre, en algunas ocasiones, de forma apresurada. Las muertes no tienen el dramatismo que deberían. Y quedan muchas cosas en el aire, cosas en las que hubiese estado bien profundizar. 

Por tanto, no podría aprobar El palacio de Petko de Lorenzo Silva y Noemí Trujillo en cuanto a trama, dada la simpleza que desprenden sus páginas. Pero tiene algo que merece la pena, y quizás es toda la ambientación y planteamiento inicial. También es ese grito quejumbroso en defensa del planeta o los guiños que los autores hacen hacia la importancia de la lectura, y cómo esta es capaz de hacernos libres. Las breves conversaciones filosóficas y los capítulos cortos. O los escenarios y situaciones ingeniosas, como un avatar que es atacado por bits cuando intenta personarse en el presente (en concreto, nuestro querido Palacio de Cristal madrileño). Pero la pobreza de la historia hace que se quede en un quiero y no pudo. 

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