Hace una semana, realicé un ejercicio de sinceridad con mis suscriptores. Y, dado los tiempos que corren, creo que puede ser muy sanador para todos airear los miedos. Quizás, quien me lee, también los tiene y se siente identificado. 

En estos momentos, las cosas van bien. Consigo los objetivos que me propongo para mis clientes y para mí, los escritores están contentos, las editoriales están contentas, nos metemos en los primeros puestos del ranking de Amazon, firmamos contratos con grandes grupos, compramos derechos internacionales, conseguimos lectores entusiastas, salimos en prensa y hacemos asesorías tras las cuales los autores me escriben con preciosos mensajes de agradecimiento. Pero ¿y si en septiembre esto deja de ocurrir?

Emprendimiento y vulnerabilidad

Quienes tenemos un negocio propio siempre llevamos encima ese sentimiento de inestabilidad. A mí no me importa mostrarme vulnerable ante vosotros. Yo soy una persona de carne, hueso y corazón que tiene miedo a dos meses vista porque su sueño se vaya a pique.

Supongo que, ahora, con la pandemia, muchos habéis tenido este sentimiento. Y, si no lo habéis tenido, puede que esto se traslade a vuestros libros. Preguntas como: «¿y si no lo consigo?» o «¿cuánto durará el éxito?» siempre están presentes.

Creo que nos han metido en la cabeza el pensamiento de que lo bueno no dura mucho tiempo, y es un pensamiento dañino. ¿Solo voy a estar tranquila con mi negocio cuando me quede un mes para la jubilación?, ¿cuando sepa que ya ha terminado mi labor y que lo he conseguido? Debería ponerme las pilas antes y disfrutar del camino, pues sí, hay muchas facturas que pagar y toda una vida por hacer, pero no podemos tener este estrés y preocupación constante por el futuro. ¿Y sabéis cuál es mi clave para dejar de preocuparme? Ya lo he dicho antes: mostrar mi vulnerabilidad sin vergüenza.

Aprendí a mostrar mi vulnerabilidad en una de mis revisiones cardíacas. Yo nací con una cardiopatía congénita y he crecido, básicamente, entre hospitales. Hace unos meses me di cuenta de que me he pasado la vida yendo a los hospitales con una coraza-armadura para protegerme de posibles golpes, pero... ¿qué pasaría si por una vez iba desnuda? Probé. Hice las paces con mi vulnerabilidad y, en vez de querer aparentar fortaleza, prometí que, si algo andaba mal en mí, lo abrazaría. Me abrazaría también en la enfermedad. Bueno, para que no os quedéis preocupados, os diré que los resultados de aquella revisión fueron buenos :)

Así que, en contra de algunos preceptos del marketing que dicen que siempre hay que mostrar lo que se hace bien, ser una persona segura de sí misma y aparentar éxito para que otros deseen tu producto, yo os confieso que, a veces, hago las cosas mal, tengo mucho miedo de no poder sostener mi negocio cuando tenga otras preocupaciones adicionales y os pido que no busquéis mi éxito en mis anuncios publicitarios (que, por otro lado, no hago nunca) sino en las personas a las que ayudo. No busquéis mi éxito, buscad mi huella. Una huella que también es vulnerable. Pues, al final, no somos resultados, sino lecciones.

¿Y tú? ¿En qué parte de tu vida te sentirías más libre si te mostrases vulnerable? Llevo varias semanas hablando con distintos editores y ellos también están empezando a mostrar su vulnerabilidad. De hecho, el sector del libro está en un momento en que se puede hablar de vulnerabilidad libremente. Preocupa el presente y el futuro y, sin dejar de reinventarse y luchar, es muy liberador expresar los miedos. Si te unes a tu miedo enemigo, se termina la lucha.