reseña del libro La chica del tren de Paula Hawkins editorial Planeta
Puedo hablar, tranquilamente, y sin despeinarme, de locura mundial con La chica del tren de Paula Hawkins, un thriller psicológico que te mantiene pegado al libro o a la pantalla, según el formato que hayas elegido para descubrir esta historia, ya que la novela dio el gran salto y fue llevada, también, al cine.

El fenómeno de La chica del tren se propagó como la espuma y tuvo un éxito mucho mayor a Escrito en el agua, la siguiente novela que escribió Paula Hawkins.

Al igual que no exagero hablando de locura mundial en relación a La chica del tren, tampoco lo hago si rescato escenas de Hitchcok para comparar partes de la trama. La atmósfera de este libro, asfixiante y llena de suspense, me recuerdan a él y yo con mis reseñas intento expresaros lo que siento, más que lo que leo. Reseño lo que he vivido con un libro, no lo que he opinado racionalmente. Así que desquiciaros un poco conmigo porque no volveréis a mirar las vías del tren del mismo modo.

La Chica del Tren de Paula Hawkins está considerada un thriller psicológico que se desarrolla entorno a la desaparición y muerte de una mujer, así como la búsqueda del culpable. Planteamiento a lo Ágatha Christie: muchos culpables, muchos giros engañosos y mucho miedito a hacer ruido (no vaya a ser que nos culpen a nosotros). Se presenta como un todo es posible. Creo que la etiqueta del género es muy adecuada, porque suscita muchas ralladas mentales. 

Todos los personajes tienen algo que les atormenta y son muy, muy decadentes. Esto me encanta. Me encanta el papel del personaje con problemas, que te entrega una parte visceral de él, sin velos, tapujos o decorado. Sólo él, su mierda y su profunda forma de ver la vida. Los tormentos son los mejores maestros, y cada personaje nos da algo y también nos hace temer por algo. Esto se acompaña de una antítesis entre lo ruinoso de las vías del tren y lo lujoso de las urbanizaciones con grandes casas y jardines espectaculares que las circundan y que también forman parte de la ambientación de la trama. No sé vosotros, pero yo siempre he sentido cierta aprensión ante las vías del tren, pues tienen un aspecto ruinoso, letal y chirriante. Sin embargo, es mi medio de transporte favorito. Es por esto que he conectado en seguida con lo que la autora quiera expresarnos, con lo poético y mortal de los raíles. Todo ello, lo complementa la frialdad y aparente tranquilidad de esas grandes casas habitadas por familias felices, que toman el desayuno en un bello jardín despreocupados del bullicio del mundo mientras un tren surca su skyline. Hasta ahora, claro, porque Paula Hawkins va a perturbar su aparente calma.

¿Me vais entendiendo? Retomo el hilo argumental. Estamos buscando a un culpable entre raíles y casas de lujos y nuestra protagonista es una alcohólica crónica con amnesias temporales y localizadas de ciertos episodios de su vida. ¿Es ella la culpable? Independientemente de esta respuesta, para mí es el mejor personaje de todos. La forma en que se ha descrito el alcoholismo está muy lograda, y podemos sentir hasta las resecas y culpabilidad de Rachel. Me gusta ver el mundo a través de los ojos de Rachel, porque es delirante, porque ella se fija en lo que nadie más ve: por ejemplo, esa ropa sucia y abandonada al lado de las vías. 
Me he enamorado del ritmo y la atmósfera. Los capítulos son cortos a modo de diario: cada capítulo corresponde a un personaje y se va relatando con la fecha en qué sucede (por ejemplo, 30 de septiembre de 2016) distinguiendo entre mañana o tarde. Las frases son cortas, muy cortas. Tajantes. Y esto es poético. De hecho, los autores que acostumbran a escribir poesía, cuando se atreven con la prosa, hacen esto: expresar sus ideas de forma escueta. 

Como os iba diciendo, me he enamorado de la escenificación, los traumas y el suspense. Aunque debo advertir de que no es el librazo que nos han contado: no consigue engañarnos tanto como parece. Según The Times es el libro con «mejor narrador engañoso del año», pero no sé yo si lo logra del todo.

Empieza «a lo Agatha», esto ya lo he dicho y llegamos al final habiendo dado un buen repaso a todos los posibles culpables, por lo que cualquier cosa sería factible. Y aquí habrá opiniones de todo tipo, pues después de tanta vuelta, el final puede sorprenderte o no.

La chica del tren de Paula Hawkins tiene ese no sé qué que solo se siente al mirar a través de la ventana de un tren. Esos momentos en los que en tu cabeza todo puede ser posible. Hasta un asesinato. Incluso un culpable.