reseña del libro La hija del oráculo de Paula de Vera

Esta historia habla de reinos, reinos caídos y malditos que quieren resurgir. En ella aparecen muchas criaturas fantásticas y cierra con una promesa: una continuación. Hablo de La hija del Oráculo, una novela de fantasía editada por Ediciones Hades.

La fantasía podría decirse que es mi género preferido y, además, llevo tiempo queriendo descubrir cómo escribe Paula de Vera, así que este libro parecía una buena opción, pero, cuando lo terminé, me pillé un cabreo considerable, no por culpa de la novela, sino por culpa de mi déficit de atención (cada vez más acusado, al parecer).

En primer lugar, el libro me ha apasionado  y enamorado. No podéis imaginaros la manera que tiene Paula de mantenernos expectantes usando todos los elementos propios del género e hilando una historia de conquistas y derrotas. Pero fue tal mi ensimismamiento, que no me di cuenta de algo que pone muy claro en la sinopsis: es un viaje iniciático. Ergo, es un libro introductorio. ¡Introductorio, Eva! Es por ello que al llegar al final, lo que había estado esperando ardientemente durante toda la lectura, sencillamente no aparece, ya que es menester de próximas entregas. No es justo. Es demasiado bueno como para dejarnos con la miel en los labios. ¿Estoy siendo un poco contradictoria? Vamos a aclarar entonces la opinión.

Landeron I nos cuenta la historia de Aldin, una joven que no se siente integrada dentro de la pequeña villa élfica en la que reside junto a sus padres como refugiada. Sin embargo, Aldin no es lo que cree ser, y pronto ella y su grupo de amigos, emprenderán un viaje interior y exterior para enfrentarse a su destino. Leyendo estas líneas, puede parecer una historia sencilla e incluso tópica. Sin embargo, Paula tiene preparadas sorpresas para cada uno de los personajes, y se aleja mucho de ser una simple novela de fantasía juvenil. Hay amor, hay personajes jóvenes, pero la construcción de la historia tiene tintes épicos que nos recuerdan a la fantasía de verdad. 

Unicornios, ninfas, elfos, pegasos, oráculos, magos, ogros... Todo un elenco de personajes con un papel esencial. Me ha gustado mucho la intrusión de fantasmas en esta novela (como telón de fondo), creo que es un tipo de personaje que podría dar mucho juego en las historias fantásticas. Y tengo que resaltar el cariño y amor con el que Paula trata a los animales, en concreto a los equinos, usando una terminología muy sabia en relación a este tipo de animal que me hace pensar que en su vida personal les profesa también un gran amor.

A pesar de que es un libro iniciático, Paula nos ha regalado escenas de acción e intriga, y no se ha limitado simplemente a describirnos a los personajes y su pasado. Además, el personaje que menos te esperas es el que acaba teniendo más protagonismo y  aunque la autora va relatando cosas sobre ellos, se guarda aún muchos secretos para que los sigamos conociendo en el futuro.

Por último, destacar la forma maravillosa de escribir que tiene Paula. En general, tengo la sensación de que es un libro que se ha ganado la etiqueta de lo que promete: fantasía verdadera que no saca a ningún ser ficticio de su contexto y que es fiel a lo que todos esperamos encontrar en un libro de aventuras de este tipo. La autora controla perfectamente el género, y sabe ir moderando la intriga en capítulos cortos. 

El meollo de la trama se encuentra entre las manos de Paula, pero este libro nos sirve para ir conociendo Landeron, sus personajes y sus circunstancias. No soy muy partidaria de los libros introductorios, pues los prefiero como precuelas, pero con 'Landeron I' debo reconocer que me he olvidado por completo de su condición. De ahí mi cabreo al volver a la realidad. Supongo que enfadarse por querer más no es negativo. El final es muy potente y épico, sólo me faltaba una banda sonora de fondo que aumentase de volumen a medida que mis ojos leían las últimas palabras. 

Y sólo como nota, me encantaría un mapa acompañando esta trilogía, así sería más fácil para el lector ubicarse. Seguro que Paula ya lo ha pensado.

Dicho esto, larga vida a Esmeraldina de Mehyan, señora de Gadar, descendiente de Aden, La hija del Oráculo, la protagonista de Paula de Vera.


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