Este lunes, 27 de mayo, Isabel Allende concedió una rueda de prensa en Casa América para presentarnos su nuevo libro: Largo pétalo de mar. El título está extraído de uno de los poemas del también chileno Pablo Neruda, quien se refirió a su país como «largo pétalo de mar y nieve». 

Como lector avezado, bien sabes lo que Isabel Allende ha representado para la literatura. Es, de hecho, la autora viva más leída en castellano. Pero mucho ha llovido desde su primera novela, La casa de los espíritus. Y sobre esto versó una una de las preguntas que más me gustaron de la rueda de prensa y una de las preguntas que veo necesario presentarte al inicio de esta publicación: Treinta años después de La casa de los espíritus, ¿qué ha cambiado en Isabel Allende? Una pregunta directa a la esencia de la escritora, quien, ni corta ni perezosa, respondió: «Sentirme más segura. Antes pensaba que el libro que escribía sería el último. Pero ahora sé que podría escribir cualquier cosa». 

Fotografía tomada por Diario Las Américas

«La casa de los espíritus no hubiese tenido el mismo éxito si se hubiese escrito en otro momento temporal. Entonces Chile estaba a la vista, yo era una mujer escritora en un mundo de hombres escritores, mi apellido resonaba por Salvador Allende...». Continuando con la conversación con Isabel Allende, rescato este extracto porque me invita a otra pregunta: ¿Largo pétalo de mar ha sido escrito en el momento adecuado? Isabel Allende asegura que viene tratando tres temas principales en sus tres últimos libros: inmigración y refugiados, amor maduro y amistad, lealtad. Nos dice que son temas que ahora le tocan de cerca dado su residencia en EEUU, lo que le permite vivir de cerca las políticas tomadas por Trump. Su postura ante el político es clara: «Trump ha convertido la frontera prácticamente en un genocidio».

Largo pétalo de mar cuenta la historia de una pareja catalana que formó parte de los más de dos mil exiliados españoles que llegaron al país andino a bordo del navío fletado por Pablo Neruda en 1939. Isabel Allende no nos miente, esta es una historia que habla de refugiados, amor maduro y amistad. Es, además, la primera vez que la autora aborda el tema de la guerra civil española y el exilio republicano. Nos dejó por tanto algunas declaraciones más políticas y sociales con respecto a esto: 

«Rara vez la inmigración es bien recibida». «Este sentimiento anti-inmigrante no es nuevo. Desde siempre, parte de la población tiene miedo al cambio. Y posiblemente este problema se agrave con el cambio climático, cuando haya inmigrantes debido a las consecuencias del mismo».

«Estoy preocupada porque la extrema derecha está afectando a Europa, pero también a EEUU. Se ven síntomas muy similares a los de la II Guerra Mundial. Cerrar fronteras en vez de unirse y buscar la paz, crea grupos excluyentes. Y también el hecho de que Trump haya salido elegido indica la tendencia del país».

Imagen tomada por La Reina Lectora

Largo pétalo de mar
es considerada una novela histórica escrita, sin embargo, sin ningún propósito. 
«Cuando escribo no tengo un propósito. Escribo porque es mi oficio». Pero esta etiqueta, la de novela histórica, despierta en Allende una preocupación: «El desafío más grande que una tiene cuando escribe novela histórica es que no se note la documentación». Todas las fuentes coinciden en el gran proceso de documentación que la autora ha llevado a cabo para elaborar esta novela, y los lectores ya están despejando la preocupación de la autora dando referencias de lo bien equilibrado que está el peso histórico y el peso argumental. 

Al parecer, el Winnipeg, el barco en el cual llegan los exiliados, atracó en Chile poco antes de nacer la autora. Por tanto, escuchó bastante hablar de él en su propia casa, ya que algunos republicanos que llegaron eran amigos de la familia. Y para más exactitud, uno de los funcionarios encargados de recibir dicho barco y de darles pasaportes a los integrantes del mismo, fue tiempo después el padrastro de Isabel Allende

La autora compartió con nosotros sus opiniones más políticas y sociales, pero también su faceta más personal. En su libro dice que si uno vive lo suficiente, todos los círculos se cierran. Y el lunes nos lo confirmó: «No sé qué me depara el futuro, pero cuando miro mi vida, me doy cuenta de muchos círculos se han cerrado. Con el tiempo se ven las cosas completas. Creo que siempre fui hija y siempre fui joven hasta que mi madre murió. Ahora soy la más vieja de la familia, lo cual es otro círculo que se abre y no sé cómo va a terminar». También nos habló del amor con un toque de humor: «Yo estoy enamorada, aunque mis nietos no quieren oír hablar sobre ello porque les da vergüenza. A medida que pasan los años, comprendo que el amor se puede dar a cualquier edad y de muchas formas: pasiones locas o amores maduros. Lo que yo encuentro difícil es amar si has pasado mucho tiempo con una misma persona. Mucho mejor es cambiar de marido con cierta frecuencia. Yo soy de amores largos, a mí uno cada veinte años me queda bien».


Para terminar, me gustaría dejaros con una última declaración que consiguió conquistarme del todo, no solo para adentrarme en Largo pétalo de mar, sino para seguir admirando a esta gran autora: 

«El paso del tiempo es importante en la vida misma. Uno va con la edad eliminando la hojarasca, se va quedando con lo esencial. Es un proceso de limpieza, de madurez, de centrarse, que luego es muy importante para producir cualquier cosa y terminar la vida. Mi madre murió con noventa y ocho años y en los últimos años había tirado por la borda todo lo sobrante. En el proceso creativo ocurre igual, uno querría terminar quedándose solo con lo necesario».