Casper es una película dirigida por Brad Silberling y producida por Gerald R. Molen, Steven Spielberg y Steve Waterman, que se basó en una serie de dibujos animados: Casper the Friendly Ghost. Pero, si seguimos tirando del hilo, nos encontramos con que el nacimiento de Casper no se debe al cine ni a la producción televisiva, sino a la literatura. Casper fue creado originalmente por Adam Sambler para un libro infantil de los años 30 que Paramount en seguida compró. Así pues, el inicio de los fantasmas amigables que Casper representa en toda su plenitud se debe una vez más a los libros. Y esta estela, la de literatura de fantasmas entrañables, es la que sigue la escritora chilena Carolina Savard en su novela Kath y los fantasmas de la mansión Hesbaye.

Durante una excursión escolar, un grupo de adolescentes llega a un pueblo sobre el cual pesa una leyenda acerca de una mansión encantada. Los jóvenes, ávidos por conocer el secreto, no dudarán en retarse para entrar en ella, pero, el premio a este reto, no es muy beneficioso para Kath que tendrá que convertirse en la novia del más bravucón del grupo. Aun así… ¿Quién iba a imaginar que este sería capaz de pasar toda una noche dentro de la mansión Hesbaye? Cuando Kath pierde la apuesta, huye entonces hasta la mansión para esconderse de aquel pacto horrible. Y es entonces cuando conocerá a los fantasmas de la mansión Hesbaye y a la maldición que recae sobre ellos.

Carolina Savard es capaz de crear una historia dirigida al público más joven con momentos de tensión y misterio a partes iguales, lo cual nos roba una pequeña sonrisa al recordarnos a escritores como Roald Dahl, por la prosa desenfadada, aunque en ambientación se acerque más a Poe o Shelly. En cualquier caso, tiene ese regusto gótico, de terror sencillo aderezado con grandes mansiones abandonadas, fantasmas que un día fueron hombres muertos en injustas situaciones y misterios que resolver cuyas pistas se tendrán que ir deshilachando a través del personaje principal.

Foto de La Reina Lectora.

El final da un giro que nos aleja de los ya autores nombrados (Dahl, Poe, Sheylly) y nos recuerda a otro bien conocido: Dante. La última parte de la historia nos pinta un inframundo que también es muy cotizado en este tipo de libros de terror, además, ¿qué sería de una historia de terror en la cual el amor no te hiciese bajar hasta los infiernos? Para terminar, el lector debe asumir que el amor entre un ser humano y un fantasma puede no darse de la forma en que creemos que se dará, aunque solo podremos resolver este último reto al llegar al final del libro.

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