El género de terror es uno de los más consumidos tanto en la literatura como en el cine, y en muchos de sus argumentos, el diablo aparece como una figura central. Pero, ¿qué papel ocupa realmente este personaje en las tramas?


Devil literature
First-class devils, de Tony Johannot

PRIMERAS APARICIONES DEL DIABLO


La primera vez que la palabra «diabolo» aparece en castellano, lo hace en las Glosas emilianenses del siglo X. Por otro lado, la primera vez que se narra un pacto con Satán en la literatura es en la leyenda griega de Teófilo, relatada por Gonzalo de Berceo. En ella, el clérigo judío Teófilo para alcanzar un mayor grado en la Iglesia hace un pacto con Satán, aunque no llega a culminarse porque la Virgen María intercede. De pactos y «diabolos» trata la última novela que he leído de una escritora española, Rachel Ripley, Cuando el diablo se sienta a tu lado, la cual pasa a formar parte de mi selección de libros de terror.

ANTES QUE DANTE, FUE EL BEATO DE LIÉBANA


Cuando pensamos en el infierno y en los diablos de la literatura, es imposible escapar de la influencia de Dante. Dante en La divina comedia recrea un infierno compuesto por Nueve Círculos, encontrando a Satanás en el último de ellos. Quizás fue Dante el primero en presentarnos un Lucifer mucho menos influente de lo que se creía, pues él mismo estaba preso del averno. De alguna manera, en la obra de Rachel Ripley que antes os he citado (lee la entrevista de Rachel Ripley en Culturamas), en donde también se hace mención en alguna que otra ocasión a La divina comedia, se muestran demonios menos poderosos de los que estamos acostumbrados a ver. La autora, en verdad, muestra cómo el poder de los demonios se lo otorgamos nosotros, los humanos.

Para continuar con nuestro recorrido, debemos saber que el demonio se encontraba adormecido en nuestro imaginario cuando el Cristianismo se extendió. Había un sinfín de personajes fantásticos y personajes de leyenda pertenecientes al folclore o creencias paganas que encarnaban de alguna manera el Mal y que le hacían sombra. Sin embargo, en el año 776 d. C., el Beato de Liébana haría un intrincado comentario sobre el Apocalipsis de Juan con ilustraciones incluidas, que empezarían a revivir la figura del demonio. 

TIPOS DE DIABLOS EN LITERATURA


Cuando nos enfrentamos a un diablo en la literatura de terror podemos encontrar dos tipologías: el diablo malvado y poderoso, o bien, la versión de «ángel caído» que ya puso en duda el Gabo en su libro Un señor muy viejo con unas alas enormes (1955), es decir, la figura de un diablo que no es tan malo, sino simplemente un esclavo de sus propios errores. Con el segundo podemos empatizar, con el primero se nos borra la simpatía. Pero, ¿qué ocurre cuando se mezclan demonios y humanos? ¿Quién es quién? En ocasiones, los humanos debemos representar en la literatura el papel de ángel caído y al demonio no le queda otra que encarnar el mal por el mal. 


Tipos de diablos
Abraxas, de Louis Bretón.


EL PACTO CON EL DIABLO, UN TEMA RECURRENTE


El pacto con el demonio en la literatura es un tema recurrente. De la misma manera que al hablar del infierno nos viene a la mente la obra de Dante, al hablar de pactos con el demonio nos encontramos de frente con Fausto, de Goethe (echad un vistazo al artículo Zenda recomienda: Fausto, de J. W. von Goethe). Pero Goethe no fue el inventor de Fausto, pues este era ya el protagonista de una antigua leyenda alemana. De hecho, el primero en publicar una historia sobre Fausto fue el librero Johann Spies en 1587, Historia von D. Johann Fausten, historia de la cual él tampoco era autor, ya que este era desconocido. En la leyenda de Fausto asistimos a la historia de un erudito que, insatisfecho con su vida, realiza un trato con Mefistófeles, un demonio súbdito del diablo.

TIPOS DE PACTOS CON EL DIABLO


Tipos de pactos con el diablo
I got a fright, de Thomas Landseer.

Se puede encontrar cuatro tipos principales de pactos en la literatura. Un pacto directo con el diablo, mediante el cual este o uno de sus súbditos se presenta e intercambian el alma humana por algo que desee dicho humano. Fausto se podría clasificar dentro de esta tipología. Un pacto indirecto, en donde el humano no sabe que ha hecho un pacto y solo se da cuenta a medida que sufre cierta transformación del tipo de sea. Por ejemplo, El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde o Cuando el diablo se sienta a tu lado de Rachel Ripley. Un pacto inverso, en donde el diablo es quien se pone al servicio del humano como en El diablo cojuelo de Luis Pérez de Guevara. Y el pacto del condenado, en donde es el propio humano quien se condena tras haber cometido demasiados delitos. 



¿SE PUEDE VENDER EL ALMA AL DIABLO?


Pero, ¿realmente se puede vender el alma al diablo? ¿Cuál es la moraleja de las obras en las que nos narran este intercambio entre ente maligno y  humano? Creo que Los Simpsons, que han son siempre una gran fuente de sabiduría, respondieron perfectamente a esta pregunta en uno de sus episodios. En dicho episodio, Homer le vende su alma al diablo, que en este caso está encarnado por Ned Flanders, pero este no puede tomarla porque al final del mismo se ve que cómo el alma realmente le pertenece a Marge, su mujer. En la mayoría de libros que he leído sobre pactos con el diablo, incluso en los que no terminan del todo bien como es el caso de Fausto, la fuerza del Alma o del Amor siempre está presente. Para mayor tranquilidad del lector hipocondríaco, le diré que en el Salmos 8, 6-7, y en el libro de los Efesios 2,10, se hace referencia a cómo nuestra alma es pertenencia de Dios y por ende, nadie puede vender la suya o la ajena. Y Dios, en literatura, porque esa es realmente la magia de la literatura, se puede convertir en cualquier cosa: como el amor de tu vida.  La barca sin pescador, una obra teatral de Alejandro Casona que leí cuando era muy pequeña y que me marcó positivamente, hace gala de este amor. No quiero destriparos nada, pero, sabed, que los demonios literarios y los demonios no literarios siempre hierran en una cláusula: la cláusula del amor. 

UN POCO DE HUMOR


Para terminar este breve recorrido por la literatura del diablo, haré referencia a aquellas obras que usan esta figura en tono jocoso. Como alma que lleva el diablo, una novela autopublicada por la autora Mireia de No Honrubia, me hizo reír hasta la saciedad (lee mi reseña) y series como Lucifer en Netflix, o Buenos Presagios en Amazon Prime (y para los más freaks, Buenos Presagios de Neil Gaiman y Terry Pratcher – sí, a mí también se me hace la boca agua-), nos mantienen bien entretenidos con la figura del demonio y de sus súbditos.