Me ocurre un curioso fenómeno con la literatura romántica y es que no me sacia leer solo una novela, necesito, mínimo, tres del tirón para calmar mis ganas de encuentros y desencuentros románticos. Mientras que la mayor parte de los géneros literarios hacen que me satisfaga con una sola lectura del mismo, la romántica me empuja hacia delante y me lleva a seguir leyendo más y más historias que, muchas veces, tienen el mismo molde, pero (y este sería el segundo suceso extraño que ocurre con la romántica), dan como resultado distintas formas. 

Dos maneras de decir te quiero de Nina Minina llegaba después de Save Me, la novela de Mona Kasten que me leí en dos días. Pensaba que era imposible batir el récord de lectura de Save me, no por ganas, sino porque el trabajo no me deja mucho tiempo libre, pero Dos maneras de decir te quiero lo terminé en un día. Con su mañana y su tarde,  ¡y qué le den a todo lo demás! He aquí la tercera cualidad de la literatura romántica: te incita a mandarlo todo a la mierda si eso te permite leer una página más.

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Dos maneras de decir te quiero de Nina Minina comienza con un enemies to love de alto voltaje. Dos compañeros de trabajo diametralmente opuestos (él, tan mujeriego, ella tan doña perfecta) deben viajar juntos por negocios al continente americano. Ya desde la primera página se nota la tensión sexual entre ambos, aunque, lo más evidente, son sus peleas. La cosa, además, se pone rara, porque en el avión se encuentran con una especie de vidente excéntrico que les habla de almas gemelas y temas chungos. Y así, con toda la ironía del mundo, cruzamos el charco con una pareja que sabemos que se van a matar, pero que lo más probable es que sea a besos

La pareja es muy peculiar, esto es importante saberlo porque son la chispa de toda la novela. Ella me recuerda a Melissa Rauch (Bernadette en The Big Bang Theory) y él a Neil Patrick Harris (Barney en Cómo conocí a vuestra madre). Sea como fuere, si ambos tuviesen que actuar en alguna serie televisiva, sería, sin duda, de humor. Nina Minina es toda una humorista, pues las situaciones que crea, los diálogos que inventa y la personalidad de cada personaje que aparece en la novela está dispuesta para, como mínimo, hacernos sonreír. ¡Y qué sonrisa! 

Ahora bien, si estás pensando que al llegar al continente americano vas a encontrar una historia de amor, da marcha atrás. Sobre todo, no apuestes a que eso es solo lo que va a ocurrir, porque lo que te espera al otro lado es tan desconcertante que, con o sin amor, cambiará todos tus esquemas sobre literatura romántica. Dos maneras de decir te quiero es un alegato al amor sin géneros, ni fronteras, ni prejuicios. Aparte de que toda la obra está llena de valores positivos, como la defensa del papel de la mujer y otros colectivos, lo que les ocurre a mi Melissa y Neil particulares (los protagonistas, en realidad, se llaman Eva y Axel) es hilarante y demente a partes iguales. Además, me recuerda a cierta película... Pero con mucha más profundidad.

He concluido que a Nina Minina hay que leerla para conocerla y que Dos maneras de decir te quiero es una de las historias más raras, románticas, adictivas y divertidas que he leído en los últimos años. Ha contribuido a que mi hambre de literatura romántica se mantenga intacto y me ha hecho enamorarme un poquito más del género, porque hay mucho atrevimiento en la literatura romántica aunque en ocasiones parezca demasiado encorsetada. 

Dos maneras de decir te quiero reinventa la comedia romántica y la mezcla con ingredientes que no te esperas, ni de lejos, encontrar en un enredo de amor. 

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