Según la mitología griega, entre el 740 a. C. y el 696 a. C., existió un rey capaz de convertir todo lo que tocase en oro: el rey Midas. El propio Aristóteles apoyaba esta historia y le daba un final: el pobre rey acabó muriendo de hambre debido a su extraño poder. Este don le fue otorgado como presente por la hospitalidad que Midas tuvo con Sileno. El don se lo otorgó el mismísimo Dionisio. 

Es una historia trágica porque este rey, a pesar de su inmenso poder, acabó siendo incapaz de tomar alimento alguno sin que este se convirtiese en oro. Midas, al fin y al cabo, era un hombre de carne y hueso ostentando el poder de un dios. ¿Os imagináis que este don existiese en nuestro mundo? Y no solo el don de convertir aquello que se tocase en oro, sino el don de tener un poder ilimitado a través del cual todo lo que imaginásemos se hiciese realidad...

El secreto

Me considero una apasionada de la espiritualidad, y estoy al tanto de la gran aceptación que libros como El Secreto están teniendo entre el público. No he adquirido ninguno de ellos, aunque sí profeso su filosofía: «creer para crear». O lo que también se denomina: ley de la atracción. Para mí, El efecto Midas de Manuel Dorado da forma y materia a todas estas teorías de el pensamiento como creador de materia, dentro de una historia de ficción. Por supuesto, el autor no tiene ninguna pretensión espiritual con la novela, sino que soy yo quien descubro en ella la otra cara de todas estas corrientes actuales metafísicas, y me resulta muy curioso cómo el protagonista, de alguna forma, lleva al extremo los postulados de Rhonda Byrne y otros autores, dentro de una aventura de ficción.

Y es que, ¿puede el ser humano ostentar un poder ilimitado a través del cual crea todo lo que desea? El germen, la idea, el argumento de este tecnothriller es inédito para mí y muy magnético. Este es el primer punto positivo que deseo resaltar del libro. Pero durante la lectura ha habido pros y contras que paso a relataros.

La historia se estructura en tres grandes partes: La captación, el poder y la caída. Ambas nos dan pistas de en qué se va a centrar el argumento. Este argumento tiene una coherencia muy alta. A pesar de meterse en un campo científico, todo encaja a la perfección porque Manuel Dorado sabe de lo que escribe. El escritor es ingeniero aeronáutico y sospecho que está bastante relacionado con el campo de la física y los experimentos científicos. De hecho, no creáis que esta historia se sostiene sobre un don mágico, sino sobre los denominados «inflexores cuánticos». Manuel no ha creado fantasía, sino ciencia ficción, que no es lo mismo, como ya supondréis. Los inflexores cuánticos son personas con capacidades cerebrales que van más allá de los límites de nuestra realidad (telepatía, telequinesia...) y para estudiarlos, se llevan a cabo una serie de experimentos, medidas psicométricas e hipótesis científicas que otorgan a la novela un importante grado de seriedad. Puede que algunos lectores encuentren la introducción del libro más lenta y perezosa por esta razón, pero estos datos son necesarios. La lectura es un proceso activo. Nosotros vamos construyendo toda la trama en nuestra imaginación, y disponer de herramientas tan técnicas, lejos de aburrirnos, debería ayudarnos a profundizar mucho más en el mundo que estamos descubriendo. Manuel nos pone la bata blanca de científicos de la NASA y nos hace partícipes de todas sus ecuaciones

El elemento científico o la introducción algo espesa no es la pega que tengo del libro. Para mí, la mayor pega es que el escritor, a pesar de sus intentos de ahondar en las emociones de los protagonistas durante sus vivencias, no ha conseguido convencerme. Las frases cortas y un estilo un tanto analítico, han dado paso a personajes anodinos. Y me cuesta decirlo porque realmente sus sentimientos, sus pensamientos, sus deseos y sus miedos, están descritos sobre el papel, pero no me llegan de ninguna forma. Ni siquiera en el gran final que Manuel nos tiene preparado. Por otro lado, tienen comportamientos poco creíbles. Nuestro protagonista masculino se deja embaucar muy rápido, y nuestra protagonista femenina parece servir únicamente para introducir el romance en la trama. Los malos no adquieren el matiz de « tan malos» y todo se vuelve un cúmulo de situaciones que se resuelven de manera fácil. 

Mi segunda gran pega es que a veces se narran situaciones un tanto absurdas, como experimentos de graves consecuencias que, a pesar de lo ocurrido, parecen no tener grandes represalias; o persecuciones que siempre salen bien. Es como una película en donde está claro que los buenos siempre saldrán bien parados.

En la segunda parte de la historia se abre un debate interesante sobre la guerra, la paz y la religión, pero después se desinfla. Ya no hay más debate, solo persecuciones que se complican y que, como ya dije, en seguida se resuelven. He aquí mi tercera gran pega: lo que va a ocurrir a continuación en la historia, se ve venir. De hecho, en algunos momentos, yo misma pensaba: «¿Cómo no se da cuenta X de lo que va a pasar?» Me entraban ganas de zarandear a los personajes para que abriesen los ojos. El giro argumental del final me lo esperaba, pero haciendo un sondeo previo de valoraciones de esta novela, he encontrado un gran consenso entre lectores que aplauden este tramo final. Así pues, creo que a muchos os puede sorprender. 

Aunque los personajes no han conseguido convencerme, se descubre en ellos una evolución a lo largo del relato que merece ser comentada. Y, a pesar de que tengo pegas importantes, el libro me ha gustado. Cuando he cerrado este libro he tenido una sensación agradable y no precisamente por haberlo terminado. Me he dado cuenta de que he recorrido los pasillos de los laboratorios de la NASA hablando la misma jerga que ellos y entendiendo todo a la perfección, que he conocido a un semidios y que me he planteado cómo sería tener un poder ilimitado siendo solo un ser humano. He sentido ese regusto terrible de cosas imposibles y he conocido a distintos personales con distintos roles, aunque finalmente no me haya hecho amiga de ninguno de ellos. Incluso he revivido pasajes bíblicos, y se ha reflejado sobre mí el sol del desierto. Ha habido momentos épicos, momentos técnicos e ideas grandiosas que me han gustado lo suficiente como para aprobar esta lectura.