EL TERROR LITERARIO

¿Qué es un libro sino un portal a mundos inexplorados? Cada vez que dos solapas se separan, entidades desconocidas saltan de las páginas para darnos la bienvenida y, a medida que vamos profundizando en las letras, vamos conociendo cada vez más acerca de ellas. Sus gustos y aficiones, sus amistades, sus rarezas, sus miedos… Sus pensamientos quedan abiertos ante nuestros ojos y sentimos la libertad de hurgar en ellos. Una curiosidad morbosa se apodera de nosotros y, de pronto, nos vemos inmersos en un laberinto de ideas ajenas que devoramos con cada párrafo que se sucede, aumentando nuestro hambre de conocimiento con cada página.

Conforme vamos conociendo al amplio abanico de personalidades que conforman la historia, vamos descubriendo sus más oscuros secretos y puede que incluso, de forma inesperada, acabemos topándonos con ideales muy parecidos a los nuestros, creando así una especie de reflejo que nos devuelve la mirada desde las páginas. Puede que en ciertos momentos creamos haber profundizado demasiado en la mente ajena y queramos cerrar el libro. O puede que nuestra ansia por conocer no se detenga hasta haber devorado la historia al completo. Y así, sin saber cómo, esos personajes con los que nos vimos más identificados acaban ocupando un lugar en nuestra propia mente; en muchos casos para siempre, incluso acaban interfiriendo de alguna manera en nuestra forma de pensar, convirtiéndose así en parte de nosotros mismos.

LA FASCINACIÓN POR LA MENTE HUMANA.

No sabemos por qué, pero hay una especie de interés morboso en todos nosotros que nos empuja a desentrañar la forma de pensar de otros, aunque sean seres ficticios, llegando incluso a llevarnos a lo más profundo de su razón, en busca de esos secretos inalcanzables para el resto del mundo, únicamente reservados para nosotros, como si estuvieran esperándonos para ser descubiertos.

Nos sumergimos en mentes ajenas con suma facilidad pero irónicamente, nos cuesta demasiado trabajo mirar en nuestros propios pensamientos. Es entonces cuando nos damos cuenta de que la finalidad de un libro no es otra que permitirnos una vía de escape de nosotros mismos.

Es como si nos aterrara sobremanera estar a solas con nosotros. Podemos leer sobre fantasmas, monstruos, seres de otro planeta… pero nada de eso será nunca tan terrorífico como nuestro propio pensamiento.

Nuestra cabeza, como todo lugar en este mundo, está plagada de zonas oscuras, espacios reservados para esas ideas que no queremos sacar a la luz, que es mejor mantener escondidas y pasar de ellas. Así, nos evadimos de nosotros mismos, de cómo somos en realidad y nos ponemos una máscara para agradarnos, con la que estar más cómodos.

EL TERROR LITERARIO.

Como escritor de horror que soy, siempre he buscado aquello con lo que poder aterrar más a mis lectores y, tras mucho tiempo buscando, descubrí que la respuesta siempre estuvo delante de mí. O, mejor dicho, en mi cabeza. En la cabeza de todos, más bien.

Todos tenemos demonios de los que huimos, horrores que camuflamos como monstruos de cine y criaturas que se esconden en los libros. Entonces, surgió la duda: ¿Cómo puedo plasmar esos pensamientos oscuros en mis escritos?

La respuesta es muy sencilla: convertir lo cotidiano en peligroso. Puedes leer mis historias como meros relatos macabros, o puedes leer entre líneas y hallar ese mensaje oculto que dejo reservado a los más avispados. 

En mis historias trato temas como la violencia de género, la insatisfacción con uno mismo, el miedo a no saber qué puede llegar a hacer una persona que se siente acorralada… Convierto escenas del día a día en momentos de tensión, buscando crear en aquel que lee mis escritos un sentimiento de incertidumbre que le haga verse indefenso ante un terror mucho más real que los monstruos que aparecen en las páginas. Busco que, una vez cierres el libro, esos demonios de los que has huido siempre salgan de las páginas y te persigan.

He de admitir que me encanta jugar con la mente humana, divertirme con las emociones del que me lee; pero no solo como una forma de aterrarlo. Mi objetivo no es solo acabar con el sueño de mis lectores, también intento que ellos mismos dejen de ser lectores pasivos y se conviertan, a través de la introspección que crean mis relatos, en lectores activos.

EL MIEDO COMO INGREDIENTE PRINCIPAL.

El miedo nos ha enseñado a vivir desde los inicios de la humanidad. El miedo nos muestra qué es bueno y qué es malo. A través de él descubrimos por dónde no es buena idea pasar, qué acciones podrían costarnos nuestra integridad, a qué tipo de personas o seres es mejor no acercarnos… Gracias al miedo, evolucionamos como individuos.

Sin embargo, a día de hoy hemos perdido la facultad de asustarnos. Hemos redirigido el miedo hacia lo inexistente (criaturas de cine, monstruos y fantasmas…) y hemos dejado de lado lo que es verdaderamente aterrador, esos peligros de la humanidad que se ocultan en lo habitual. Actualmente, preferimos asustarnos con lo que sabemos que no existe antes de enfrentarnos a la realidad, a lo que sí puede dañarnos.

Lo único que logramos con esto es negar una verdad, convencernos a nosotros mismos de algo que no somos. Se supone que somos seres racionales, pero tememos hacer frente a nuestra razón.

Pero eso se acabó. Como escritor de horror, me he decidido a traer de vuelta esos miedos, esos pensamientos de los que todos huyen y recordar que, sin ellos, no somos nadie. Debemos aprender, una vez más, del miedo. Debemos mirar a nuestro miedos más profundos a los ojos y dejar que nos enseñen una nueva lección. Debemos escucharlos, descubrir qué quieren decirnos, pues no son otra cosa que mensajes de nuestro subconsciente. A través de nuestros mayores temores, aprendemos de nosotros mismos. Sólo hay que dejarlos salir...

déjame entrar libro

 Déjame mostrarte lo que eres en las sombras...