Normalmente, hay ciertas cosas que uno no espera encontrarse juntas en un libro. Ya me ha pasado más veces con otras historias, como El mañana nos pertenece, de Jaime Pérez de Sevilla, que también está reseñada en este blog, y en la que tan pronto estamos enfrentándonos a enfervorecidos racistas como esuchando trash metal en una camioneta. No es tan heavy la cosa en el libro que hoy nos ocupa, pero si a Ricardo Nieto hay que reconocerle algún mérito como autor de Fira: entre la ley y la música ese es el de ser capaz de mezclar universos tan dispares como la música y el derecho.

Cuando se produce tal mezcolanza, se corre también el riesgo de resultar excesivamente exótico, de no atraer al lector, que suele ir buscando un tema muy concreto y no suele ser muy amigo de los experimentos; no obstante, este no será el caso de esta historia, porque todo sirve muy bien al propósito general. No sonará tan raro cuando contemplemos cómo Fira, la protagonista, llega a la ciudad de San Luis Potosí, en México, buscando labrarse un futuro como cantante, pero lo primero que le sucede es que un individuo sin escrúpulos la estafa. Aquí es donde se hace ya necesaria la intervención de un abogado, ¿no? La historia lo pide. Entonces entra en escena el bueno de León, el entrañable «abogado con forma de tamalera», en palabras del propio autor. Hay que mencionar que el tema de la abogacía no sucede de forma puntual y queda como algo anécdotico, sino que será un elemento recurrente a lo largo de la historia, y que podremos acompañar, tanto a León como a otros personajes, en diversos casos e incluso en su día a día laboral. Por tanto, el título de este libro, Entre la ley y la música es mas que acertado y refleja muy bien la simbiosis de estos dos universos que van a convivir a lo largo de la trama.

Pero no solo estos dos ámbitos tienen representación en la historia de Fira; también el mundo de los videojuegos va a tener un papel muy destacado (no tanto pero sí bastante), ya que Ricardo Nieto es un gran apasionado de esta temática. Por tanto, no solo habrá personajes que jueguen a videojuegos, o que hablen de ellos, es que incluso los personajes que se dedican a la música harán algún homenaje en forma de canción de algún tema mítico del mundo de las videoconsolas. La verdad es que Ricardo Nieto se ha esforzado en hilar temas de los que es un confeso seguidor. Y ha dado también en el clavo a la hora de escribir una historia del género New Adult, porque ha representado fielmente la mayoría de aficiones, y afecciones, de la gente que se enmarca bajo dicha etiqueta generacional.

Por otra parte, el elenco de personajes no se queda en Fira y León, si bien son los principales; hay todo un desfile de figuras, algunas incluso arquetípicas, que nos suscitarán sentimientos muy diversos. Ya os adelanto que a cierto director de orquesta le vais a coger manía, al menos al principio, pero que tiene un trasfondo interesante. Aunque a mí el personaje que más me ha gustado cómo está construido es Toshie, con su inseparable Rigo, porque no se sabe muy bien cuáles son sus motivaciones, qué pretende, o si es más noble que mezquino.

Todo este microcosmos de personalidades, que parecen tan dispersas y diferentes, acaban confluyendo muy ordenadamente en la historia que nos presenta Ricardo Nieto, y que, si tuviera que definir con una sola palabra sería entrañable. Nunca he sido muy asiduo del género New Adult, pero reconozco que tiene mucho mérito haber sido capaz de aunar elementos y universos de tan distinta índole, y rematarlo además con varios conciertos jalonando la historia, unos de rock, otros de pop, de metal e incluso religiosos. Sin duda, la variedad es el punto fuerte de este autor.