reseña del libro el último rayo de luz de maria varea premio amazon

No puedo por menos que comenzar la reseña así, con este titular, porque El último rayo de luz de Maira Varea tiene, posiblemente, uno de los mensajes más bonitos que he leído en el Premio literario Amazon 2021. Esta historia va, concretamente, dedicada a «todas las niñas del mundo», para que ninguna, «jamás, tenga que volver a esconderse en las sombras».

Lo primero que sentí al comenzar a leer El último rayo de luz de Maira Varea fue un escalofrío. La autora tiene la capacidad, con solo una escena y sin explicitar absolutamente nada, de lanzarnos hacia una realidad atroz. Después, la inmensidad de la luz, con los paisajes mallorquines, los personajes, las escenas y la personalidad arrolladora de Bet que, aunque ella no la sepa, tiene toda una central eléctrica dentro de sí misma. Es un bonito contraste de claroscuros que la escritora plasma en la obra, como si de una pintora se tratase, aunque esto de pintar es más de Marc, nuestro segundo personaje favorito. 

La historia dice algo así: Bet una mujer adelantada a su época en el verano de 1910, pierde a su hermano, con quien iba a llevar a cabo un importante proyecto arquitectónico en París. Tendrá que lidiar con la muerte de este, así como la pérdida de la única oportunidad que tenía como mujer de mostrarse capaz ante una sociedad que la menosprecia. Sin embargo, el verdadero monstruo no está en ninguna de estas dos realidades, sino en su propio interior, pues Bet debe volver a Mallorca, con sus padres, y allí revivirá dolorosos recuerdos de su infancia. En la isla (últimamente, parece que el Premio literario Amazon Storyteller va de islas y, si no, echa un vistazo también a Mil veranos contigo o al ganador del año pasado, Cuando venga el rey), les espera Marc, un hombre sencillo, de campo, muy alejado al típico cliché de chico malo, lleno de debilidades y enamorado perdidamente de Bet desde su infancia. Sin embargo, ella está a otro nivel. Es ambiciosa, odia el campo, se aburre con facilidad y, además, está rota por dentro. Él es tranquilo, no aspira a grandes cosas en la vida, se dedica a cuidar las tierras de su abuelo y está lleno de luz. Lo que se viene a continuación es una épica historia de amor.

A lo largo de las páginas, iremos acompañando a Marc y Bet en un bonito viaje en el tiempo, pues asistiremos a cosas tan rocambolescas como la ausencia de teléfonos en el pueblo o la impresión que les causa a los personajes poder montar en un coche. También apoyaremos a Bet durante toda la obra en una lucha constante por los derechos de las mujeres, defendiendo cosas como poder llevar pantalones, conducir un vehículo o, simplemente, ser la capataz de sus propios obreros. Entre Bet y Marc aparecerá un proyecto en común: construir un hotel en el pueblo. Marc lo vende absolutamente todo para poder hacer feliz a Bet y ella se agarra a él con fuerza sin saber que eso será, precisamente, lo que sanará sus heridas.

La obra, a pesar del tema tan duro que trata de fondo, derrocha positivismo. Tiene una energía muy poderosa, está llena de amor. Marc es, sin duda, el hombre que todas nos merecemos. Un corazón bondadoso, humilde, que ama sin manipulación ni conflicto. Cansadas como estamos las lectoras de asistir a obras donde el romance es peliagudo (y me considero, muchas veces, la primera consumidora y creadora de este tipo de historias), encontrar un romance tan tierno y dulce, tan sano, es casi un milagro. Bravo, Maira, por crear en El último rayo de luz una historia libre de tóxicos (aunque estuvo tentada de hacer un enemies to love, puedes leerlo Seis curiosidades de El último rayo de luz).

La protagonista, Bet, tiene un camino muy difícil por recorrer, pues debe reconstruirse por dentro y aquí es cuando un escritor/a puede patinar. Cuando uno de sus personajes tiene un trauma tan grande o ha vivido una experiencia tan desgarradora como la de Bet, la psicología de ese personaje se le puede resistir. Sin embargo, Bet representa, totalmente, en cada salida de tono, en cada contradicción, su propia herida. Y creo que ella es toda una heroína, un mensaje de esperanza, para quienes hayan vivido algo parecido, pues Maira tiene muy claro que no quiere revolcarse en la miseria, sino derribar esos muros que, después de tanto sufrimiento, construimos para no ver el sol. 

Por último, no tengo palabras para describir cada una de las escenas de amor, de amistad y de superación de esta historia. El último rayo de luz está lleno de emociones a flor de piel y Maira Varea es una de las autoras más prometedoras de este premio literario, no me cabe ninguna duda. 

Creo que esta novela debería estar entre las finalistas del Premio Amazon 2021, por la gran denuncia que hace hacia todos aquellos monstruos que son capaces de hacer daño a niños y niñas y por la defensa que sostiene de que el amor puede curar cualquier herida. Gracias, Maira Varea, por este regalo que le has hecho al mundo con El último rayo de luz. Ojalá tu historia llegue muy lejos y tú viajes siempre con ella y con esa magia que te caracteriza.

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