Lo primero que llama la atención de la novela El norte azul de Ángela Vallvey es su portada. En ella, un simio nos sostiene la mirada vestido con lo que parece una chaqueta de uniforme. Tras él, una espesa vegetación y la silueta de dos niños. Cuando vi esta cubierta, se me vino a la mente la película de El planeta de los simios. Además, según la novela, la pirámide de los seres vivos ha cambiado y parece que ahora nos ha tocado probar en nuestras propias carnes lo que tanto practicamos: nos hemos convertido en las mascotas de los animales. Un planteamiento que me ha encantado y un libro que devoré en apenas un par de tardes.

El norte azul comienza en una granja. En ella, una voz femenina, proveniente de la protagonista de la historia, nos narra lo que ha ocurrido con ella y con su hermano. Ambos están cautivos en una jaula y su madre acaba de fallecer. La jaula es su hogar,  han nacido en ella, al igual que su madre. Los seres humanos son criados en cautiverio para uso posterior de las diferentes razas que habitan ahora los mundos. Estas razas no son alienígenas, como viene siendo habitual en las historias de ciencia ficción, sino que son razas animales completamente conocidas por nosotros, lo que le otorga el primer punto apasionante a la novela. Por ejemplo, una de las socias propietarias del consorcio de la granja en donde viven es una cucaracha voladora.

El ritmo de la obra no es rápido, debo reconocer. La narradora se toma mucho tiempo en relatar diferentes escenas que vivían con su madre y el trato que recibieron en la granja. Aunque en algunos momentos me hubiese gustado que la trama fuese más ágil, creo que estas escenas son muy necesarias, sobre todo, porque gracias a la madre ellos oyen hablar de la antigua raza humana. De hecho, gracias a su madre, recuerdan que son humanos

Saben reírse porque lo aprendieron de nosotros. 

Pronto descubrimos que El norte azul de Ángela Vallvey está lleno de valores. Nos permite reflexionar gracias a este intercambio de papeles. Ahora nosotros somos tratados como animales, desde nuestro nacimiento, hasta nuestra procreación y nuestra muerte. Somos ganado. Hay escenas que producen malestar y que nos permiten tomar consciencia de cómo tratamos al reina animal. En este sentido, creo que Vallvey ha estado atenta a todo, ha creado un mundo en donde el mensaje queda muy, pero que muy claro.

Los capítulos son cortos, lo que compensa que tengamos una trama más lenta. Y hay mucho de nostalgia también, algo que siempre me ha parecido que enlentece las historias de manera natural. Nostalgia hacia nuestras raíces, la nostalgia del recuerdo de la madre e, incluso, cuando los personajes cambian de escenario y son comprados por un amo como mascotas, también podemos asistir a la nostalgia del entorno seguro o de la zona de confort. Sí, a pesar de todo, echan de menos la granja. 

En esta segunda etapa, cuando los hermanos se trasladan a la casa de su nuevo amo, volvemos a hacer una pausa para acomodarnos en esta vida que comienza. Después, acontece un hecho que crea la mayor parte de acción de El norte azul, aunque tenemos que esperar al último tramo del libro para vivirlo. Algo que me impactó mucho de la parte del traslado es cómo los hermanos tienen que convencer a su amo ladinamente para que no pretenda que copulen entre ellos para crear nuevas crías

Mención especial a las descripciones de Ángela Vallvey en El norte azul. Son preciosas y pueden sentirse. Además, entre estas descripciones, se encuentran también los restos de lo que fue una antigua civilización humana, lo que genera cada vez más dudas a los personajes del libro acerca de qué papel ha ocupado el ser humano en la evolución.

Algo que no me ha gustado es que tiene como muletilla adelantar, al final de muchos capítulos, que algo va a ocurrir. Pero tú sigues leyendo y no ocurre nada. Pero ella, la prota, insiste. Es como cuando le recomiendo a los escritores con los que trabajo que no pongan explícitamente y de manera abusiva en el libro eso de «más adelante volveré sobre esto» o «hablaré de esto más adelante» porque me vendes una cosa que no acaba de llegar. En El norte azul la mayor parte de la acción se encuentra en el último tramo del libro, pero desde el primero, te están haciendo publicidad de este último tramo. Y queda raro.

La tipografía de los títulos de los capítulos me ha encantado, en general, las maquetaciones de Toromítico son muy bonitas, así como las ediciones de sus libros (una de mis autoras representadas, Leslie G, también ha publicado con ellos y su novela, Erawol, ¡ha quedado preciosa!).

Por último, comentar que la novela gira entorno a los dos hermanos. Después, hay algunas razas que aparecen brevemente para cumplir un papel, pero la historia consiste en la evolución de los dos hermanos protagonistas. Ella, que es la voz narradora, no me ha caído especialmente bien. Y por eso también pienso que Ángela ha hecho un buen trabajo. Es decir, he sentido que el personaje es autoritario y sobreprotector y, en ocasiones, un poco mecánico, poco humano. Pero es que ellos no guardan el carácter humano tal y como nosotros lo conocemos, lo normal es eso, que tengan comportamientos condicionados por cómo se han criado y cómo han vivido, y en este sentido hay un gran trabajo por parte de Vallvey en El norte azul

La escena final es preciosa y, aunque he comentado que la obra gira entorno a los hermanos protagonistas, no os perdáis la aparición final, el tercer personaje que se une a ellos, que os robará completamente el corazón.

El norte azul de Ángela Vallvey es una novela de supervivencia distópica que me ha recordado a obras como El planeta de los simios en donde sentiremos muchísimas emociones y en donde viviremos en primera persona lo que es ocupar un lugar muy diferente en la pirámide de los seres vivos. Todo ello aderezado con valores animalistas y humanistas.