reseña del libro  «La naviera» de Ángel L. G. De Frutos

Ángel L. G. De Frutos nos presenta La naviera que, para sorpresa de todos, no es solo la construcción de una empresa marítima desde los cimientos, ni tampoco una travesía a través de la Europa más convulsa, ni la historia de una mujer con agallas que se echa a la mar, ni la aventura de un viejo lobo marinero. La naviera es como llevar un polizón entre las páginas, cuya identidad solo descubrirás al final de las mismas. Y es que esta historia son, en realidad, muchas historias, estando todas encabezadas por una mujer o por distintas mujeres.

UN BARCO COMO HERENCIA

Asistimos a la vida social santanderina en mil novecientos catorce. Soledad Vergara acaba de quedarse huérfana con 23 años. Su padre era el dueño de una próspera compañía naviera que, ahora, pasa a manos de su primogénito, Leocadio Vergara. Soledad aún no está casada (ni quiere estarlo) y, en la lectura del testamento, descubrirá que su padre le ha cedido 400 acciones de la compañía y un barco, el Orión. Ahora bien, ¿qué puede hacer una mujer de su posición, sin el permiso de un hombre, con tales posesiones? Si por ella fuera, crearía su propia naviera, la misma que su hermano va a echar a perder.

En paralelo, los marineros del Orión acaban de enterarse de que se han quedado sin trabajo. El patrón ha fallecido  y todos han sido despedidos. Las cosas en Santander están un tanto convulsas. La relación entre los sindicatos y las patronales está tensa, ellos quieren comer, los otros quieren aumentar las ganancias para hacer a su negocio prosperar.

Así comienza La naviera de De Frutos, un libro que se toma su tiempo para adentrarnos en la historia, que no tiene prisa. De Frutos se recrea en las descripciones y en las escenas más costumbristas, desde la humedad del pavimento por el que caminan nuestros personajes hasta el tiempo libre de los empleados de un barco, así como sus ocupaciones. En este sentido y, en ocasiones, el libro podría hacerse lento, excepto si como lector buscas una recreación fidedigna de todos los detalles.

UNA MUJER EN UN MUNDO DE HOMBRES

¿Dónde encontramos, entonces, la primera marcha? Quizás te has asustado con la última línea de mi párrafo anterior, así que vamos a buscar el primer acelerón de la historia que no es, ni más ni menos, que cuando Soledad decide crear su propia empresa naviera. Y sabemos que lo conseguirá cuando la estela de otras mujeres aparece en el libro: María Guerrero, Cesárea Garbuno, Rosario de Acuña... 

La novela histórica está, en estos momentos, tornando la vista hacia el papel que las mujeres desempeñaron en ella (y, si no, puedes leer mi opinión sobre Venganza en Tierra Firme). Así que La naviera de Ángel L. G. De Frutos es ahora mismo un documento maravilloso para este género literario que busca un faro en mujeres que fueron, sin duda alguna, inspiración. Hemos leído muchas obras sobre el papel que desempeñaron ellas en las guerras mundiales, por ejemplo, pero ¿alguna vez habíais leído algo sobre una mujer abriéndose paso en una empresa marítima? Por mi parte, no. Así que el interés de esta historia ha volado por los aires cuando me he sentado junto a Soledad en un mundo exclusivamente reservado para los hombres, en una ubicación geográfica perteneciente a nuestro propio país, Santander, España, en diferentes escenas por donde han desfilados nombres de sobra conocidos, como el presidente del Banco Santander. Entre ellos, Soledad luchará por ser, como mínimo, libre. 

«¿UNA MUJER PUEDE HACER ESO? / SI ES RICA, SÍ»

«¿Puede hacer una mujer hacer eso?», se pregunta con acierto uno de nuestros personajes. Sin embargo, ser rica no es suficiente. Aquí encontramos el primer escollo. Aunque hay algo mucho mejor que la riqueza, algo con muchísimo más valor: la inteligencia. Así, nuestra protagonista encontrará la primera grieta por donde escapar de su hermano y del resto de hombres de negocios para echarse, finalmente, a la mar.

A esta altura de la historia yo ya estaba completamente atrapada. Es cierto que soy de inicios más rápidos de lo que La naviera me ofrecía, pero ya daba igual, ya estaba a una con Soledad, sintiendo la adrenalina por las ventas. Y es que si la historia de De Frutos puede ofrecernos algo, además de esa visión feminista y alentadora, es emoción en estado puro. Aquí las descripciones que en un inicio podrían hacerse pesadas se vuelven aliadas porque sin ellas sería imposible vivir la historia con la piel de gallina como la vivimos. 

Como apunte personal, me ha dado la sensación de que La naviera está conformada por personajes que se persiguen de una u otra forma. Hay un momento muy importante del libro en el que Soledad se dirige a una dirección distinta a la de uno de los personajes que será clave para su empresa. Él va a un sitio y ella va a otro, provocando esa rabia en el lector que quiere, sin duda, que se crucen. Pero más adelante veremos que las persecuciones como tal son también el motor de la obra, pues las travesía de Soledad no solo será sortear las leyes de un país desfasado, sino también los peligros de una Europa que está a punto de explotar.

EUROPA SE PREPARA PARA LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

¿Pero entonces la historia va sobre una mujer que se monta su propia empresa naviera? Tampoco es así del todo, ya te lo advertí al inicio. Pues, cuando Soledad consiga dar los primeros pasos hacia su objetivo, la cosa cambia y mucho. Nos encontramos en 1914, con Europa caldeándose cada vez más y más, al borde de lo que luego será la Primera Guerra Mundial. Hacer negocios marítimos en estas condiciones no es una buena idea, por lo que, pronto, lo que parecía que sería una historia de superación se convierte en una aventura. O, más bien, en un conflicto

El Orión será un personaje más junto al resto del elenco, constituyendo entre todos una familia. Ellos, nuestros protagonistas, son piezas importantísimas. Consigues familiarizarte rápidamente con sus personalidades y sus características, tomándoles un cariño especial, reconociéndoles un mérito propio. Además, a través de los ojos de Soledad, que no deja de venir de un mundo burgués, descubrimos las diferencias con la parte más pobre de la población, en especial, con los marineros. Me ha gustado que se indague en el papel de las mujeres de estos hombres que se echan a la mar y que ellas, en tierra, hacen malabares para llegar a fin de mes sin saber si quiera si su marido regresará o será engullido por el vasto océano. Son fuertes como el ancla de un barco, pero la sal de las lágrimas que se guardan comienza a escocerles también en el interior.

El Orión será perseguido, registrado y se meterá en algún que otro lío. De hecho, uno de sus polizones será una figura femenina histórica muy, pero que muy conocida. Te encantará cruzarte con ella.

Nota especial para la documentación que De Frutos ha debido de llevar a cabo a la hora de escribir esta historia. Está todo encajado perfectamente, con una recreación de la época y de las costumbres muy exacta.

EL ÚLTIMO ENIGMA

La última escena del libro no es tranquila. Y aquí voy a comentar dos puntos que, quizás, son los que menos me gustaron, muy subjetivamente hablando. Por un lado, no encuentro descanso en el final. En la última parte de La Naviera de Ángel L. G. De Frutos la acción es muy alta, en comparación con la primera parte, que es más de «construcción». Cuando subes mucho, esperas bajar en algún momento. Esa bajada no la he sentido. De hecho, estando en el gran meollo de la cuestión, contaba las páginas que quedaban para llegar al final y mi cabeza no veía una posible resolución feliz porque tenía la sensación de que en esas cuantas hojas no iban a ser suficientes. Así pues, no es mi final favorito, aunque es un final muy bueno si lo miramos objetivamente

Por otro lado, he echado muchísimo en falta el ingrediente del amor. Teníamos los materiales, ¿eh? Pero no hemos querido mezclarlos. Lo respeto porque no todas las historias tienen que contener amor entre sus páginas (aquí podemos encontrar otros amores ya conformados o amor entre compañeros que se convierten en familia, claro está), pero a mí me gusta, así que este es un berrinche de niña chica.

Veremos que en esta última parte de la obra un nuevo enigma nos sale al paso, tanto que ya casi parece que la empresa que Soledad comenzó al inicio no tiene tanta importancia,  pues ahora el Orión esconde mucho más. Aquí quizás se difumina un poco esa visión feminista con la que empezamos, aunque sin borrarse de todo, tornando más la obra a un libro de aventuras. Si me dieran a elegir, quizás habría escogido un línea argumental (la de Soledad) y hubiese tirado con ella, pero es cierto que esta última sorpresa La naviera se pone muy interesante.

Por todo ello, dentro de las páginas de esta historia hay varios polizones. La historia va tomando distintas formas. Al final, quedan los personajes y sus propios arcos evolutivos. La brisa del mar. Las emociones vividas durante la travesía. Y un panorama, con esa Europa convulsa de fondo, que da pie a más, a muchísimo más.


La Naviera de Ángel L. G. De Frutos es una historia de aventuras que comienza con una mujer valiente en el siglo XX. Se trata la manera en que Soledad Vergara, con solo 23 años y desde su posición acomodada, luchó por tener su propia compañía naviera, encontrándose con otras muchas sorpresas por el camino y, sobre todo, con la libertad de elegir su propia aventura. Cosa que consigue gratamente. Con una documentación impresionante y una escritura preciosa, costumbrista, sin prisas, De Frutos se puede convertir en un gran escritor de novela histórica, con especial atención al papel de las mujeres en sus libros, y regalándonos mucha acción, pues, al final, resulta que este barco, el Orión, era incluso más potente que un jodido zepelín.