El motivo de esta novela de ficción histórica, ucrónica, Vae Victis de Francisco Sánchez, me parece muy sugerente: ¿Qué pasaría si España hubiera entrado en la II Guerra Mundial? Las hipótesis que plantean escenarios alternativos sobre periodos críticos de nuestra historia son jugosas y atractivas y, aunque entrar en una guerra no es un plato de buen gusto para nadie, deliberar sobre cuáles podrían haber sido sus consecuencias nos abre todo un campo de posibilidades. Imaginarias, ficticias, pero ¿acaso no es la ficción también una forma de hacer justicia poética? ¿La hará Francisco Sánchez en su Vae Victis?

Comencemos por el título, esta sentencia latina expresada por el jefe galo Breno una vez sitiada y vencida la ciudad de Roma. Es una expresión que se suele utilizar para mostrar la impotencia del vencido ante el vencedor y que nos da pistas de por dónde pueden ir los tiros de la novela histórica de Sánchez. Debo reconocer que cuando solo conocía el título de esta obra, pensaba que versaría sobre algún periodo romano, pero en el reverso del libro ya nos indican que no, que se refiere a un periodo más cercano a nuestros días: La II Guerra Mundial.

La II Guerra Mundial junto con la Guerra Civil Española es un periodo muy demandado por nuestra industria editorial, así que Vae Victis entraría en los estándares editoriales del momento aportando algo novedoso a los mismos: un giro de los acontecimientos. Con una prosa cercana, amena y muy cuidada, que no prescinde de figuras retóricas (sin miedo al éxito), Francisco Sánchez nos hace viajar por diferentes escenarios de nuestro país mientras los monstruos se ciernen sobre nuestros hombros: el nazismo y el ya franquismo instaurado.

Una de las cosas que más me han gustado de Vae Victis ha sido su costumbrismo. En la novela no solo aparecen personajes históricos, más o menos conocidos, así como estrategias bélicas y políticas, sino también personas de a pie que vivieron aquella época. En este costumbrismo se refleja desde los escasos minutos de calma de un guerrillero observando el frío amanecer entre las montañas en la comarca de La Cabrera hasta la angustia de una sirvienta que es llamada al cuartelillo por comportamientos sospechosos. También se describen escenas muy injustas que retratan a toda una época: tener que señalar a inocentes que irían directos al patíbulo para salvar tu trasero, sufrir violaciones y vejaciones, cuerpos inertes en una cuneta...

Los hechos históricos son rigurosos hasta incluso cuando Francisco Sánchez decide darles un giro. De hecho, Vae Victis comienza con el encuentro en Hendaya entre Hitler y Franco tras el cual se declara que España no entraba en la guerra (todavía). Nuestra novela pone mucho hincapié también en las actuaciones inglesas, pues serán la clave para el devenir ficticio de esta obra literaria que tan bien construida está. Y es justo aquí, en donde la historia oficial y la extraoficial (la que aporta Sánchez) se bifurcan, cuando más aprecio la precisión y documentación que el autor ha llevado a cabo para que lo que va a ocurrir nos parezca plausible. Ahora sí, comienza la guerra.

Cabe reseñar, porque en las novelas históricas a veces se peca de escasez con este tema, que en Vae Victis también se resalta el papel de las mujeres. Especial atención a Arantxa, que quizás me hubiera gustado que saliese más en la obra, pero a la que conocemos desde las primeras páginas y, a partir de ella, a otras muchas que aun con papeles más silenciosos en la trama, son valientes y hacen una increíble labor en una época dura.

Vae Victis de Francisco Sánchez es toda una delicia para los amantes de la historia porque se trata de una ucronía, una ficción histórica alternativa, llena de giros, ritmo y rigor histórico (hasta donde se puede), de manera que no solo crea una entretenida aventura, una hipótesis plausible y a la vez ya imposible en el tiempo, sino también, desde mi punto de vista, un pequeño homenaje, que, respondiendo a la pregunta que nos hacíamos al inicio, sí hace justicia poética (según para quien lo lea, claro) de una manera bonita e inteligente. 

Sorprendida y encantada con esta propuesta literaria que llenaría las estanterías de los libros más vendidos de cualquier editorial. Suerte con ello, Francisco.


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