Hoy en día, parece que los manuales están de moda. Si entras en la librería, puedes encontrar una estantería o hasta una sección entera de manuales para hacer todo tipo de cosas, desde colgar un cuadro hasta convertirte en la próxima Coco Chanel.  Luego, están las instrucciones más de «estar por casa», esas búsquedas en Google que nos han salvado de una cruel mancha de salsa de tomate nuestro jersey favorito cuando no tenemos a mamá a mano o de hacer funcionar el WiFi en la televisión.

Bien, esta guía se parece mucho más a esas segundas instrucciones, es una versión «de andar por casa» de cualquier libro, en formato reducido y simplificado —ojo, no por ello menos útil—. 

Como toda instrucción que se precie, vamos a enumerar los pasos a seguir para escribir una novela romántica. 

La Reina Lectora

QUÉ HISTORIA QUIERES ESCRIBIR.


Las buenas historias empiezan con una pregunta. Normalmente, lo hacen de manera indirecta, generando al lector una o varias incógnitas que van a tener que resolverse a lo largo de la historia. Así que, antes de empezar la nuestra, debemos hacernos esta pregunta: ¿Qué historia quieres escribir? Lo más difícil es crear un argumento sólido y que se sustente a lo largo de todo el libro. Personalmente, como autora, buscar una historia nunca ha sido un problema, pues suelo decir que son los personajes quienes me la cuentan y yo me limito a plasmarla, pero, aun así, es necesario que su argumento tenga unas pautas, un inicio, un desarrollo y un final. Que tenga chicha. Y, a veces, las historias surgen de una idea única inicial, como, por ejemplo, el típico «¿qué pasaría si...?». Voy a puntualizar que estamos escribiendo una novela romántica, la base de sus libros tiene que girar en torno al romance de dos personas. Ojo, esto no quiere decir que no pueda haber subtramas, otras historias que suceden a su alrededor y que se entrelacen con ese romance, lo que yo llamo «historias satélite». Si queréis consultar un libro romántico con subtrama, podéis visitar la reseña de Otra vez a tu lado, de Paloma Díaz.

Hay una anécdota de Paul Auster que me encanta. Dicen que se hizo escritor el día que, ante el héroe del béisbol de su infancia que no pudo firmarle un autógrafo por no tener bolígrafo, decidió llevar siempre encima un lápiz, estuviera donde estuviera. Hoy en día, eso de lápiz, a lo mejor, está un poco desfasado, pero estoy segura de que todos llevamos el móvil en el bolsillo cuando salimos de casa, y en él se pueden dejar notas sobre cosas que nos inspiran para llegar a crear el argumento.


¿Y qué pasa si empezamos a escribir y, de pronto, vemos una película un domingo por la tarde que utiliza el mismo argumento que nosotros? Hay que partir de la premisa de que, hoy en día, todo está inventado. En pleno siglo XXI, en la era de la tecnología, de las comunicaciones, de la globalización, es muy improbable que nosotros tengamos una idea tan original que no se le haya ocurrido absolutamente a nadie. Así que no pasa nada, keep calm. No hay que agobiarse porque, al final, esas dos historias con el mismo argumento pueden terminar pareciéndose en el blanco de los ojos (como veremos en el punto de Con voz propia). Y, luego, de hecho, están los retellings como Gara y la isla de San Borodon de Lara Rivendel.


DESARROLLO DEL ARGUMENTO.


Cuando ya tenemos el argumento, hay que desarrollarlo porque hay miles de ideas fantásticas que se quedan en eso, ideas, y que no llegan a ser historias que podrían ser geniales. También, puede pasar lo contrario, que tengamos una idea con poca sustancia, vaga, y logremos un argumento demencial. Se trata de TRABAJARLO, no hay otro secreto.  Hay que trabajar esa idea, perfilar los contornos, empezar a poblar los personajes y las situaciones que conformarán ese gran o pequeño argumento. Patricia Highsmith habla de «espesar» el argumento —y ella sabe de lo que habla—. Cuando hablamos de novela romántica, para mí, a la hora de perfilar, es esencial que lo hagamos en dos aspectos: 





Depende de si eres un escritor de brújula o de mapa, esa labor de desarrollar el argumento lo harás antes o durante la escritura de la historia. En el primer caso, podrás tirarte mucho tiempo construyendo la historia antes de empezar a escribir, pero, una vez lo hagas, fluirá con mucha más rapidez que en el segundo caso, donde el proceso de escritura mezclado con el de proyección hace que sea mucho más largo. 


QUIÉNES


Llegamos a mi parte favorita, los personajes. Una parte esencial de la novela romántica. 

Vladimir Propp habla de que, en los cuentos clásicos, hay 7 roles de personajes: 

-El héroe (protagonista) 
-El rey (tiene la autoridad) 
-La princesa (la recompensa/el enamorado) 
-El falso héroe (aprovechado) 
-El agresor (antagonista) 
-El donante (amigo) 
-El auxiliar mágico (habilidad/consejo) 

No es necesario que pongas todos esos roles en la misma historia, incluso puedes usarlos en un mismo personaje (algunos, no todos) dándole una evolución. Pero sí que es importante en novela romántica tener claro quiénes son los protagonistas (los héroes) y los secundarios (con su rol correspondiente). 

Los protagonistas deben ser personajes redondos, su complejidad exigirá un desarrollo mayor. Debemos dotarlos de personalidad propia, de voz propia, defectos y virtudes como en Las cuatro esquinas de mi pasado de Alaitz Arruti. El proceso de creación me gusta compararlo con ese juego tan popular llamado Los Sims. En él, se empieza creando los rasgos físicos de una persona, desde el pelo, la forma de los ojos, de la nariz, de la cara, pasando por los brazos y el cuerpo hasta los pies. Luego, lo vistes en base a la personalidad que va a tener y, finalmente, añades esa personalidad con sus gustos — comida que quiere y que odia, películas y libros favoritos, cosas que detesta...—. Es importante porque, así, cuantos más rasgos tenga un personaje, más podrá empatizar el lector con alguno de ellos y tendrá esa verosimilitud de realidad. 


Para que un personaje sea real, no es necesario que cambie. A veces, he leído críticas en las que se decía que el personaje no era creíble porque no evolucionaba. Bueno, es que hay personas que cambian y, otras, que no lo hacen, y no por ello el personaje es menos real.


AMBIENTE.


No, no hablo de la canción de J. Balvin —brutal, por cierto— sino del ambiente en el que se desarrolla el libro. 

Como he mencionado, la novela romántica puede tener otros subgéneros diferentes desde el histórico, el humor, la ciencia ficción (¿has leído ya Proyecto Crysser como ejemplo de ciencia ficción romántica?), el drama... A veces, el propio subgénero marcará la ambientación que debemos darle, es el caso de la novela histórica en la que tenemos que centrarnos en la época en la que se desarrolla la historia, o la ciencia ficción; el mundo imaginario. 

Muchas veces, se confunde el género principal con los subgéneros debido a que ambos tienen mucha fuerza y peso en el libro. ¿Pasa algo? Esto es muy personal, de hecho, creo que hay dos tendencias actuales; una es la especialización de los libros, detallar lo máximo posible cada género que conforma una novela en vez de englobarla en un único.  Otros, como Rosa Montero, abogan hacia lo contrario, dejarnos de etiquetas. 

Si lo que queremos crear es una historia de romance actual, nos será mucho más sencilla esta ambientación ya que solo debemos coger un mapa y buscar en qué parte de él se situará. Echa un vistazo a La ambientación de En el corazón de Londres de Emma Ulloa.

A menos que quieras documentarte mucho, mirar mapas y ver muchas fotografías o tener algunas guías de otras ciudades, yo recomiendo ambientar el libro en sitios conocidos. ¿Por qué? Sencillo, porque nos va a salir un libro mucho más fluido y con muchos más detalles y, por ende, con más calidad. Un ejemplo es Elísabet Benavent, que suele ambientar sus novelas en lugares que ella conoce muy bien —sobre todo, Madrid—. Yo confieso que hago lo mismo, ambiento en lugares conocidos —la mayoría Barcelona, que es mi ciudad—.


CON VOZ PROPIA.


Antes hemos hablado de si el argumento es repetitivo, incluso cliché, no pasaba nada. ¿Por qué? Precisamente, porque no hay dos escritores que tengan la misma forma de escribir. Es importante que un autor, sea del género que sea, tenga su toque, su flow, su voz propia cuando escriba. Mi estilo podéis ubicarlo rápidamente leyendo algún libro de mi serie de Amores a primera vista, por ejemplo, Delirium Tremens.

Esto no quiere decir que escriba las mismas historias, sino que se trata más de tener tu propio estilo, por ejemplo, narrando, describiendo etc. Poner ciertos detalles —yo, por ejemplo, siempre meto alguna referencia a alguna película—. 

Para adquirir voz propia, el secreto está en practicar, practicar y practicar. En la serie Mrs Maisel, la protagonista hace el mismo monólogo hasta diez veces en diferentes locales contado de maneras distintas, hasta que logra dar con las mejores palabras para que la gente se ría. Pues yo hago lo mismo, muchas veces repito la escena en mi cabeza o en el Word y la modifico hasta que siento que está contada de la mejor manera, a mi manera.


¿Y AHORA?

Tienes tu historia, tus personajes, tu trama... ¡a escribir! Voy a dejar algunos de mis trucos que yo uso para mejorar lo que yo llamo el feeling entre los personajes. 

DIÁLOGOS


A veces, los diálogos no suenan bien, son artificiales, con palabras que sabes que nadie usaría en la vida real. Si lo lees en voz alta y no fluye o suena raro, cámbialo. 

LA PAREJA


Antes de nada, voy a diferenciar entre aquellas parejas que se conocían de antes con las que se enamoran en el libro. El proceso del segundo es más elaborado, sin duda. Yo suelo escoger entre instalove o slow burn. Os cuento un poco.




También conocido como flechazo. En este, las parejas sienten una atracción inmediata y es más fácil desarrollar la química entre ellos. Sin embargo, esto puede ser un arma de doble filo puesto que es necesario que no se queden en esta superficialidad y vayan más allá. 



Aquí no hay una atracción entre ellos, o si la hay es muy sutil. La chispa surge poco a poco mientras van conociéndose. Os recomiendo echar un vistazo a un proceso de enamoramiento que cuesta mucho cocinar en el libro La tortuga que huía del jaguar de Marta Quintín.

EL CONFLICTO 


Tiene que haberlo, es necesario en toda historia. No tiene que ser algo de dimensiones épicas ni impedimentos descabellados, el conflicto (que normalmente suele ser algo que impida a la pareja estar junta) puede venir en forma de un ex, de un malentendido, de distancia física, o de los miedos del propio personaje. De hecho, muchas veces, cuando leo una historia de romance en la que hay un exceso de surrealismo en el conflicto, no me gusta, no me lo llego a creer y pienso que va a ser difícil que el lector se vea reflejado o empatice con la novela.

Hay una frase de la película Un buen año que se me quedó grabada. «¿Qué es lo más importante en una comedia? El ritmo». Bien, yo lo aplico en los libros. Los ritmos de la acción y de la narración procuro que sean los mismos durante todo el libro. Si suceden muchas cosas en un mismo capítulo, los tres siguientes no pueden avanzar a un ritmo muy lento, pues aburres al lector. Procurad mantener el mismo ritmo o, al menos, alternarlos.

EL FINAL


No hay una regla consensuada universal en la que diga que las novelas románticas deben tener un final feliz. Hay mucha gente, sin embargo, muchas asociaciones y muchos colectivos que han cogido esa regla como inmutable, irrenunciable e irreversible. Yo, como tengo alma de jurista, hasta que no venga una eminencia y lo ponga por escrito, no lo voy a tomar como un imperativo legal. Eso sí, tened en cuenta que en muchas editoriales y colectivos lo tienen como una norma imperativa y sabed que el público, muchas veces, es lo que espera. 

Este debate, por cierto, podemos tenerlo tras leer el libro de Miradas perdidas de Marta Sebastián.



Aquí me quedo. Se podría escribir un libro sobre cómo escribir una novela romántica y estoy todavía más segura de que alguien ya lo habrá hecho. De lo que no dudo es que no hay una fórmula matemática para ello ni una regla universal que asegure su éxito. Esta lista que os he dejado, ha sido creada a base de equivocarme, escribir y reescribir, y seguir mi instinto. Espero que os sirva, aunque sea para dar un poco de forma al libro o aclarar dudas que surjan. 

La Reina lectora


Publicación realizada por Eneida Wolf, colaboradora de la web La Reina Lectora.